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24 de Junio
Si te dijera que nuestro día a día está compuesto por hábitos automáticos que definen casi el 100% de nuestras vidas ¿Me creerías? Soy Laura Garcés, Coach en Cambio de Hábitos y hoy quiero que hablemos de este tema.
Primero comienzo contándote qué es un hábito y vamos a ponerlo en palabras sencillas. Un hábito es un comportamiento que hemos aprendido (no nacemos con hábitos) mediante la repetición que se realiza de forma habitual e inconsciente sin nisiquiera darnos cuenta de ello. Es un elemento básico del aprendizaje humano ya que nuestro cerebro necesita que muchas de nuestras acciones (positivas o negativas) sean hábitos para no tener que pensar al realizarlas sino llevarlas a cabo de manera automática, ahorrando energía y esfuerzo. Nuestro cerebro intentará convertir cualquier acción o rutina en un hábito.
Bueno, pero ¿y qué es una rutina? Una rutina es una forma usual de hacer las cosas en un orden particular, se compone de diferentes hábitos y a su vez nos ayudan a crear nuevos hábitos. Si necesitas un ejemplo piensa en qué es lo primero que haces al levantarte y luego los actos seguidos, si lo analizas cada día se repite más o menos de la misma manera, esa es una de tus rutinas compuesta por diferentes hábitos como: posponer la alarma, revisar el celular, cepillarte los dientes, tomar agua, etc.
Y ahora ¿por qué son importantes? Porque como te contaba al comienzo de este escrito, definen gran parte de lo que somos y vivimos. Todos los seres humanos tenemos una serie de hábitos y rutinas arraigados que tienen gran influencia en nuestras vidas, siendo los determinantes de nuestros éxitos y fracasos en diferentes ámbitos como el personal, social, laboral, alimenticio, afectivo, deportivo, etc.
Ah, pero espera… todo hasta acá parece muy teórico y gris, debes saber algo muy importante y alentador, los hábitos han determinado hasta ahora nuestro presente, pero no determinan nuestro futuro, es posible ignorar, cambiar o reemplazar hábitos si entendemos cómo funcionan. Los hábitos trabajan así: nuestro cerebro recibe una señal que puede ser cualquier cosa que detone el hábito, esto quiere decir que la señal enciende el piloto automático para realizar la acción establecida, la rutina es el comportamiento y puede ser físico, mental o emocional y por último llega el premio o recompensa que es la razón por la cual el cerebro decide que los pasos previos valen la pena recordarlos en un futuro, el premio puede ser cualquier cosa, algo tangible o intangible.
Te voy a dar el ejemplo más común para que lo entiendas mejor: muchas de nosotras buscamos alimentarnos mejor, cuando sentimos hambre o nos da un antojo recibimos la señal, la rutina sería comer, bien sea ese platillo que consideramos saludable o no, luego el premio sería sentirnos saciadas o sentirnos comprometidas con nuestra búsqueda de alimentarnos mejor, ¿lo ves? Tú no piensas en todo esto cada vez que realizas la acción, tú solo recibes la señal y vas en modo automático a comer.
Y es acá donde por fin hablamos de la disciplina mencionada en el título, porque para cambiar hábitos, reemplazarlos o ignorarlos necesitamos de dos amigas poderosas: la fuerza de voluntad y la disciplina. La primera es esa fuerza que nace de adentro y que nos impulsa a tomar la decisión de hacer algo, y la segunda es la capacidad de mantenernos firmes ante el propósito planteado. Ambas capacidades se entrenan y al igual que con los músculos, entre más las ejercitemos más fuertes serán.
Volviendo al ejemplo anterior, si deseas cambiar tus hábitos alimenticios entonces ya sabrás reconocer la señal, la rutina será comer, como nuestro cerebro tiene una información guardada te llevará automáticamente a comer lo que conoces, lo rápido, lo fácil, lo que te gusta y aquí es donde intervienen la fuerza de voluntad y la disciplina, porque con ayuda de ellas tomarás acciones para modificar tus comportamientos habituales recibiendo el premio de estar además de satisfecha, comprometida.
Después de contarte todo esto me gustaría invitarte a que lo lleves a la práctica, no pretendas abandonar un viejo hábito e intentar desaparecerlo como por arte de magia, acéptalo, analízalo e identifica qué te ha dejado, luego busca combatirlo o reemplazarlo por uno nuevo que te lleve más cerca de la vida que quieres construir. Te recomiendo escribas en un diario las acciones que realizas día a día, incluso aquellas que creas pequeñas o insignificantes; allí encontrarás tanta información que te sorprenderás, esto te permitirá saber cuáles son los hábitos que te potencializan y los que no, además de conocer qué es lo que haces con cada uno de tus días y comenzar a modificar acciones para cumplir tus objetivos, metas y sueños.
Empieza poco a poco, no busques cambiar todo en tu vida de la noche a la mañana, empieza por un hábito y cuando lo tengas completamente dominado continúa con otro; busca hábitos base o pilares de otros hábitos, un hábito pilar o base es el que te ayuda a que muchas otras conductas de una rutina se modifiquen, por ejemplo, hacer ejercicio es una acción que te llevará a buscar alimentarte mejor, dormir mejor, hidratarte más y sentirte mejor.
Ahora que sabes el poder de los hábitos, usa tu maravilloso cerebro a tu favor, reprográmalo y cambia tu vida.
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