Empatía y compasión: Aprende sobre estos conceptos

Empatía y compasión: Aprende sobre estos conceptos

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Siempre que hay un problema en mi casa o un conflicto en mi escuela escucho a las personas a mi alrededor pronunciar las palabras: tolerancia, diálogo, comprensión y las más difíciles hasta de pronunciar: empatía y compasión

La verdad para mí aplicarlas en el día a día es muy difícil, es más, ni siquiera sé la diferencia entre ellas…. qué bueno sería que alguien me ayudará a comprenderlas…”

Como Juana hay muchas chicas que en el día a día se les hace difícil aplicar estos conceptos, más que por no saber qué son, es porque vivirlos en la cotidianidad se hace difícil, ya sea por la presión de grupo o porque parece que alrededor nadie las pone en práctica. Sin embargo, para hablar de convivencia escolar necesitamos tenerlos claros y ayudar a otros a experimentarlos.

Acompáñanos en este recorrido conceptual y vivencial:

¿Te has preguntado qué es la compasión? ¿A qué te suena? ¿Qué crees que significa? ¡Bueno, te vamos a contar!  este es un sentimiento que surge cuando vemos que una persona está sufriendo o la está pasando mal, acompañado de una intención de ayudar a encontrar estrategias para resolver lo que le sucede.  La compasión también está relacionada con la Empatía, pero…. entonces de qué se trata? La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro desde lo que siento y pienso, y la compasión es la que nos impulsa a poner fin a eso que nos genera malestar como espectadores o testigos de una situación.

A continuación, te vamos a contar una historia donde vemos cómo la compasión y la empatía se conjugan para solucionar una situación de intimidación escolar:

En esta ocasión, Juana nos cuenta que había dejado de asistir a la escuela porque no se sentía cómoda con los compañeros del salón, por eso cuando se despertaba para disponerse a ir al colegio le inventaba a su mamá que tenía dolor de cabeza, fiebre, que no había dormido bien o que se sentía agotada, buscaba una y mil excusas para que su mamá accediera a dejarla en casa. Juana no tenía ganas de estudiar y mucho menos de volver al colegio, sus papás no sabían qué pasaba y ella tenía miedo de contarles porque siempre pensaba que ni ellos ni sus profesores le iban a creer. Desde hacía más o menos 3 meses algunos compañeros la molestaban, le decían cuatro ojos porque tenía gafas, la empujaban, la miraban feo y en el descanso se burlaban de ella, usualmente Juana estaba sola. al principio solo se sentía molesta, luego empezó a sentir en el cuerpo dolor y sacaba excusas para no relacionarse con nadie, para estar aislada y sobre todo para no tener que comunicarse con los demás. A medida que el tiempo pasaba la situación empeoró, las compañeras del salón le quitaban los cuadernos y le rallaban la tarea, a veces le escondían el bolso y la lonchera. Juana se enfermó de verdad, el médico les sugirió a sus padres un tratamiento para mejorar el malestar que sentía y les recomendó que debía visitar al psicólogo para que en compañía aprendiera algunas estrategias que le permitieran resolver su situación como, por ejemplo: buscar a alguien del colegio, un amigo o un profesor en el que pudiese confiar y que le ayudase a resolver lo que estaba sucediendo.

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Dos compañeras notaron la ausencia de Juana y decidieron llamarla varias veces a la casa para estar atentas a su salud, ayudarla con los compromisos del colegio e invitarla a hacer actividades que la distrajeran y que la ayudaran a volver al colegio. ¿Cómo llamarías esta forma de reaccionar? recuerda que somos compasivos cuando nos identificamos con el sufrimiento y el dolor del otro y le ayudamos a resolver la situación. Estas dos compañeras tuvieron compasión con Juana y esto permitió que ella decidiera pedir ayuda, siguiendo las recomendaciones de su médico y buscando ayuda profesional.

Contó, además, con el acompañamiento del equipo de profesores y orientadores escolares, quienes son parte del comité de convivencia de su colegio, activaron la ruta que debe seguirse cuando hay un caso de intimidación escolar, donde deben hacer seguimiento a cada uno de las compañeras que participaron en esta situación: quienes intimidaron, quienes fueron espectadores y en este caso Juana, quien fue intimidada. Con los primeros dos actores, se lograron establecer diálogos que permitieron reconocer las acciones que de una u otra forma afectaron las relaciones, salud mental y física de Juana, lo que les permitió comprender cómo ella se sentía y las razones por las cuales tuvo que visitar al médico y no quería volver a colegio, posibilitando que estas personas se pusieran en su lugar. Lo que, en este caso, llamaríamos Empatía. Este reconocimiento les hizo identificar otras formas en las que podían acompañar a Juana y a otros compañeros que pudieran estar pasando por una situación similar, desde acciones de reparación que ellos mismos pensaron como: cartas ofreciendo disculpas, actividades de compartir en el descanso y por fuera del colegio, elaboración de podcast, tik tok y mensajes positivos para comunicarnos de manera asertiva y con respeto, las cuales lograron que Juana se volviera a sentir cómoda, segura y tranquila en el colegio.

Después de un tiempo cuando Juana sintió que tenía la confianza necesaria, decidió que sus compañeros debían aprender a relacionarse porque ella no quería que lo que le había pasado a ella le pasará a alguien más. Así que, en compañía de varios profes y de las dos compañeras del salón que fueron compasivas, construyeron un proyecto que le permitiera promover actividades de buen trato. Lo primero que hizo fue recordarle a los demás la importancia de compartir, ser empático y compasivo con los amigos, compañeros profesores y todas las personas con las que se encuentran; también explicó que era muy necesario buscar a alguien de confianza para contarle lo que sucedía a tiempo, para de esta manera evitar que alguien más sintiera deseos de no volver al colegio o se enfermara. Sobre todo Juana aprendió y le enseñó a los demás la importancia de ponerse en el lugar del otro para desde allí identificar los derechos de cada uno y lograr conectarse de forma correcta y sincera con los sentimientos y emociones de los demás, de esta manera ella decía que podíamos entender lo que sentimos y experimentamos. Juana tuvo que ir al médico y luego al psicólogo para comprender que había que hablar a tiempo para evitar sentir dolor, miedo y frustración.

Con estas acciones, Juana y sus compañeros reconocieron que para prevenir la intimidación escolar es necesario aprender a comunicarse, pedir ayuda en el momento oportuno y sobre todo encontrar personas de confianza que ayuden a superar situaciones como las que vivieron, por eso además de sus compañeros le contó a sus profesores que para ayudar a otros niños como ella había que escuchar cuando los demás hablaban porque todas las opiniones eran valiosas e importantes; había que generar espacios donde todos pudiesen conversar y donde se valorarán las opiniones propias y las de los demás; también les dijo que era necesario pensar antes de actuar porque a veces nos dejamos llevar por los impulsos y hacemos daño sin querer o tomamos decisiones equivocadas por no pensar con detenimiento, calma y tranquilidad; otra cosa que Juana aprendió a levantar su voz en el momento adecuado y oportuno, a reconocer los valores propios y los de sus compañeros, a dar y recibir; también les explicó que cuando uno se relaciona con otros hay que aprender a controlarse y a regular las emociones para que cuando aparezcan los conflictos puedan resolverse de la mejor manera posible, que es necesario saber cuál es el estado de ánimo de todos para desde ahí y entre todos poder tomar decisiones adecuadas, asertivas y que beneficien a todos.

Al final Juana fortaleció su capacidad para resolver conflictos y para enfrentar los problemas que se le presentaban con sus compañeros, por eso y con su proyecto ayudó a mediar y a defenderse sin agresión o violencia sino más bien con la posibilidad de decir lo que se piensa, lo que se siente y lo que se desea, para esto y dentro de su proyecto pensó en maneras asertivas de decir y expresar las emociones y sentimientos, de hacer todos los días algo para mantenerse firme e identificar a tiempo las acciones propias y de otros que pueden o no causarle daño. El resultado para ella y para todos, fue el desarrollo de competencias que les permiten vivir juntos y tener mayores probabilidades para enfrentar con éxito los problemas que tienen entre ellos, así han logrado tener relaciones más armónicas, ayudarse unos a otros a resolver los conflictos cotidianos, a reconocer cuando se equivocan y en algunas ocasiones a reparar el daño qué pueden hacer a los demás.

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