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5 de Junio
La adolescencia es como tu serie de Netflix: te engancha sin que te des cuenta, tiene muchos capítulos (un poco intensos), te hace reír, llorar, cuestionarte todo… y aunque a veces quieras adelantarla, es una parte fundamental de la historia; pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de adolescencia? ¿Por qué de un día para otro tu cuerpo parece tener vida propia y tus emociones andan más sensibles? ¡Tranqui! Por ahí pasamos todas nosotras y te aseguramos que sobrevivirás a las etapas de la adolescencia.
¡No hay una edad exacta! Aunque la adolescencia generalmente empieza entre los 10 y los 13 años, no es una regla estricta. Cada cuerpo es un universo distinto, y hay quienes comienzan un poco antes o después.
Lo importante es entender que esta etapa no se trata solo de cambios físicos, sino también mentales, emocionales y, por supuesto, sociales; es una época de muchas “primeras veces” … y de descubrimientos (¡a veces un poco incómodos, pero siempre necesarios!).
La adolescencia no es una sola etapa: ¡es un viaje con varias paradas! Y en cada una, se viven cosas diferentes.
¡Bienvenida al inicio del caos ordenado! En esta etapa arrancan los cambios físicos: crecimiento, pechos, vello corporal, menstruación, cambios en la voz… Y sí, todo parece raro y nuevo.
También empiezan a cambiar los intereses y aparece la necesidad de más independencia.
El cuerpo sigue cambiando, pero ahora la revolución está en la cabeza y el corazón: cuestionas todo, tus opiniones se fortalecen, te preguntas quién eres y qué quieres… todo esto mientras surgen emociones más intensas y relaciones más complejas (amistades, amores, y uno que otro drama).
Se siente como que ya entiendes más cosas, pero igual hay dudas.
Esta etapa es más reflexiva; ya estás tomando decisiones importantes: estudios, relaciones, trabajo, independencia emocional… Es como el trailer de la adultez, pero con la ventaja de que todavía puedes equivocarte y aprender sin que el mundo se caiga (suena a que es una responsabilidad muy grande… spoiler: quizá sí lo es)
El tiempo pasa, los cambios llegan y la vida empieza a ponerse más seria (o no). Ya sabemos que físicamente las diferencias no se hacen esperar, pero el crecimiento va mucho más allá, va más ligado a un desarrollo personas y social que empezará a definir los gustos e intereses de cada una de nosotras.
Desde la altura hasta la forma del cuerpo, pasando por el acné y el ciclo menstrual, los cambios físicos son evidentes; pero también se desarrolla el cerebro, lo que explica por qué empiezas a ver el mundo con otros ojos (¡y por qué a veces es difícil manejar tantas emociones juntas!).
Es el momento de construir tu identidad, de decidir qué te gusta, qué no, quiénes son tus verdaderas amistades y cómo quieres ser vista en el mundo. También es normal tener conflictos con figuras de autoridad o contigo misma… Spoiler: todo esto es parte del proceso de madurar.
La sexualidad aparece con más fuerza, pero no solo en lo físico; empieza la curiosidad, los descubrimientos, la exploración de los gustos, los afectos y el deseo. Lo importante es tener buena información, tomar decisiones informadas y, sobre todo, aprender a conocerse y respetarse.
No será solo uno, ¡serán miles! Pero te sentirás lista para enfrentarlos todos, e incluso cuando creas que no vas a poder, nosotras te adelantamos algo: ¡sí lo harás!
Pueden ser muchos, y como te lo hemos dicho en otras ocasiones, ¡no hay reglas escritas! Pero estos pueden ser algunos de los más comunes:
Cambios de humor (hola, montaña rusa emocional)
Problemas de autoestima
Presión social (del grupo, de redes, de la familia… de todos lados)
Dudas sobre el futuro
Relación con figuras de autoridad (padres, profes, adultos en general)
No te extrañes si sientes la necesidad de empezar a desafiarlo (y cuestionarlo) todo… TODO.
¡Para nada! Son personas en proceso de crecimiento; a veces los adultos olvidan que ellos también fueron adolescentes y también sintieron que el mundo era un lío. No es inmadurez, es parte de aprender a vivir.
Así como el mundo para los adolescentes parece ser un caos que cambia cada día, ¡los adultos deben aprender a acompañarlos! Siempre desde la escucha y la comprensión.
Sentirse escuchada, acompañada y validada; saber que no estás sola en este camino y que tienes el derecho de ser quien eres, sin presiones ni moldes.
¡Los hay! Y casi siempre vienen desde un acompañamiento pobre o inconsistente… Entre esos riesgos pueden estar: falta de información, presión de grupo, redes sin filtro, violencia, falta de autoestima.
Por supuesto, este es un tema que debe mitigarse con algunas redes de protección como: diálogo con adultos de confianza, información clara, autoestima fortalecida, espacios seguros para expresarse.
Escucharlos sin juzgar, acompañarlos sin invadir, darles espacio para crecer, pero estar ahí cuando lo necesiten; y, sobre todo: recordar que no se trata de controlarlos, sino de caminar a su lado mientras encuentran su camino.
La adolescencia es una etapa intensa, pero también llena de potencial, y aunque a veces parezca un torbellino sin salida, con el tiempo vas a darte cuenta de que cada emoción, duda o descubrimiento valió la pena.
¿Te sientes identificada? ¿Estás atravesando esta etapa o recordándola? ¡Todas Nosotras hemos pasado por ahí! Convérsalo, busca ayuda si es necesario y recuerda que este siempre será un espacio seguro.
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