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30 de Agosto
Hay algunas realidades sociales que nos rodean a todos que debemos abordar con la mente y el corazón abierto.
Hablar de suicidio no debe significar entrar en conversaciones incómodas, sino en diálogos responsables y sin duda, informados. Por eso estamos aquí, con la compañía del psicólogo Juan José Londoño, especialista en psicoterapia y acompañamiento juvenil. Junto a él vamos a aprender por qué y cómo abordar el tema de la prevención del suicidio con los demás puede ayudarnos a salvar vidas.
Hablar del tema y buscar la prevención del suicidio es esencial para que los casos disminuyan. Recuerda que es esencial acompañar y escuchar a las personas cercanas a ti cuando más lo necesiten para que esa sensación de desasosiego constante que pueden estar sintiendo, no los sobrepase.
Juan José nos recuerda que el acompañamiento ofrece esperanza y los vínculos sociales presentes como los amigos, la familia e incluso una relación sentimental estable, abren un campo de posibilidades inmenso para que las personas que están pasando por un mal momento y están considerando quitarse la vida, lo comenten y busquen ayuda.
Es importante que estemos alertas a las señales que la persona en riesgo nos está dando. Escuchar sin juzgar y reconocer sus emociones es esencial para abrir un buen espacio al diálogo.
No hay un motivo específico y universal por el que las personas decidan quitarse la vida, incluso, hay un universo completo de posibilidades que provocan un agotamiento emocional tan grande, que hace que las personas piensen que no vale la pena seguir viviendo. Si bien pueden existir diversos motivos externos, el suicidio no siempre tiene que ver con trastornos mentales individuales.
En este tema, algo importante es desligarnos de la idea de que si una persona tiene intentos de suicidio es porque “quiere llamar la atención”, más bien tomemos estos comportamientos como una señal de alerta de que alguien necesita ser escuchado y acompañado. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), más de 703.000 personas alrededor del mundo se quitan la vida después de numerosos intentos. Es decir, no suelen ser sucesos al azar y las bromas o comentarios que giran alrededor de estas señales, solo traen como consecuencia que el sentimiento de vacío empeore para la persona que lo experimenta.
Hay diferentes factores que pueden ser considerados conductas de riesgo, como por ejemplo consumir alcohol con frecuencia y en grandes cantidades, u otras sustancias depresoras del sistema nervioso que hacen que a la larga tanto el cuerpo como la mente se sientan cansados, agobiados y le vayan perdiendo el sentido a la vida.
¡No te angusties! No quiere decir que todas las personas que consumen licor van a notar cambios anímicos que sean considerados conductas de riesgo, pero si bebes de manera frecuente como un método para sentirte bien, podrías prestarle atención y procurar disminuir tus periodos de consumo.
Además, como lo comenta el psicólogo, existen otros factores de riesgo que van más encaminados a temas de salud mental como la depresión o la ansiedad, condiciones que se pueden desarrollar por diversas circunstancias externas o internas que incluso pueden ser hereditarias.
Ten en cuenta que el agotamiento extremo, la sensación constante de desesperanza, la dificultad para concentrarse o no poder disfrutar de momentos que antes te encantaban, pueden ser conductas a las que se les debe prestar especial atención. Si te has sentido o te sientes así, rodéate de aquellos a quienes amas y con quienes te sientes cómoda, esta compañía es muy importante para la prevención del suicidio.
Es cierto que muchas personas se pueden aislar en un intento de velar por su bienestar y practicar su amor propio, sin embargo en algunos casos también puede ser una señal que nos indique que alguien necesita ayuda.
Si una persona que quieres se está alejando de ti, está dejando de asistir a planes que antes disfrutaba mucho, e incluso está irritable y a la defensiva: no lo dejes solo, ofrécele compañía y escucha, hazle saber que no minimizas sus emociones, que por el contrario, te interesa ayudarle a que se sienta mejor. Aquí la empatía toma un papel protagónico.
Si notas a alguien teniendo actitudes de despedida como escribir cartas, querer contactarse con personas con las que hace mucho no habla, disculparse por cosas del pasado o querer conciliar y dejar “todo en orden”, puedes fijarte un poco a profundidad y prestar atención para identificar si es un proceso personal de sanación con el pasado para vivir más tranquilo el futuro o, si por el contrario, es una señal de que algo no anda bien.
Si llevas días sin querer salir de la cama, si se te dificulta la comunicación con tus amigos o familia, si ya no disfrutas de las pequeñas actividades e incluso se te dificulta comer, haz un stop en el camino. Recuerda que hay muchas personas que te aman y querrán ayudarte.
Los expertos como Juan José aconsejan buscar refugio en personas y lugares que te hagan sentir segura. ¡Háblalo! No estás exagerando, tus emociones no son poca cosa y lo que sientes no es un imaginario. Encuentra un espacio tranquilo donde puedas sentirte en calma, pon una canción que te haga sentir feliz, permanece acompañada y cuenta todo lo que sientes.
Si en primera instancia ya pasaste por la situación de riesgo latente, entonces con más calma busca ayuda profesional. Una persona que conozca del tema te va a orientar de mejor manera sobre lo que debes hacer y notarás gran mejoría. El solo hecho de hablar las cosas te aliviana grandes pesos.
Recuerda que asistir a terapia no se hace necesario solo en los momentos de crisis. Tener charlas frecuentes con un profesional sobre nuestra vida nos ayuda a entendernos y mirarnos desde adentro para llevar una vida mucho más tranquila y consciente. Esto debería ser tan cotidiano como cualquier chequeo médico.
Acompáñalo, escúchalo, no juzgues sus sentimientos, ni mucho menos digas “no es para tanto”. Hay un peso interno con el que esa persona ya está cargando, tal vez hablándolo se aliviane un poco.
Motívalo a hacer actividades que sabes que disfruta, no tienen que ser cosas muy grandes: comer su helado favorito, dar una pequeña caminata para respirar aire puro, escuchar música… Y sin duda, aconséjale que converse con un profesional. No es una camisa de fuerza, ni debe ser una carga, por el contrario, coméntale que puede ser un espacio seguro en el que encontrará herramientas necesarias e importantes para darle un nuevo sentido a la vida.
No eres un peso, las personas que te quieren, aman escucharte y siempre querrán estar al tanto de tus necesidades. Habla con un cercano, cuéntale cómo te sientes, te sorprenderá saber que no eres la única persona con estas sensaciones y te darás cuenta de que sin duda puedes salir de allí.
Si en un principio se te dificulta conversar con tus familiares o buscar la ayuda de un profesional, entonces acude a personas cercanas con las que te sientas a salvo, sé muy honesta sobre lo que estás sintiendo y pensando, verás cómo puede ser liberador.
Las cifras, según la OPS, arrojan que nueve de cada diez personas que se quitan la vida, en algún momento manifiestan abiertamente el deseo de hacerlo, mientras que la décima lo demuestra con actitudes claras de aislamiento o haciéndose daño.
Si alguien cercano a ti ha llegado a tener ideaciones suicidas, puede que un indicativo sea que busquen primero mitigar ese dolor emocional con dolor físico y esta señal, lejos de querer llamar la atención, puede ser una alerta para sus seres cercanos.
Asiste de manera constante y consciente a terapia profesional. Hablar con personas con herramientas que ayudarán a mejorar tu salud mental, te mantendrá a salvo.
No te encierres en tu mundo: Busca ayuda, conversa con los demás, sal del cuarto, come algo rico, escucha música y recuerda aquello que alguna vez te motivó.
Realiza actividad física con frecuencia. No tienes que someterte a ejercicios que te generen fatiga o estrés, intenta hacer lo que te resulte mejor, ya sea caminar, correr o solo hacer estiramientos en casa. Esto oxigena tu cabeza y te ayudará a producir hormonas necesarias y positivas para tu mente, como la endorfina, dopamina, serotonina y la oxitocina, que son conocidas como las hormonas de la felicidad.
Establece una rutina que te resulte fácil cumplir y que te ayude a optimizar el tiempo para alcanzar tus objetivos: Levántate un poco más temprano; para esto, acuéstate también un poco antes. Cumple horarios específicos de trabajo y estudio que también te permitan sacar tiempo para el esparcimiento y la diversión.
Sabemos que cuando estamos tristes o no le encontramos un rumbo claro a la vida, tal vez no tengamos la energía suficiente para hacer llamadas extensas o conversar cosas que nos quiten la tranquilidad, pero al 809-544-4223 te podrás comunicar para pedir ayuda, buscar acompañamiento o conversar con alguien en un momento de crisis.
Mantente segura, Nosotras estamos contigo.
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