Volver a
19 de Junio
Cuando escuchamos “disfunciones sexuales”, inmediatamente, sólo podemos pensar en una sola cosa: ¡¡erección!! Sin embargo, la sexualidad va mucho más allá de la penetración, pues poco nos han hablado sobre el hecho de que las mujeres también podemos experimentar algunas dificultades al momento de tener una relación sexual placentera, como comúnmente nos los hacen creer las películas de amor o telenovelas.
Para entrar un poco en contexto y poderles explicar todo este tema de la manera más confiable y empática, consultamos con dos expertas que nos ayudaron a desmitificar algunos tabúes sobre las disfunciones sexuales y aclarar muchas dudas que teníamos y que, sabemos, ¡¡tú también podrías tener!!
Jéssica Paola Gómez (ginecóloga) y Maria Paulina López (psicóloga), son quienes desde dos puntos de vista muy complementarios, se unieron a este artículo para hablarnos a través de su experiencia y buen conocimiento. Entonces no demos más vueltas y vamos a lo que de verdad nos interesa.
Las disfunciones sexuales pueden partir de un momento que nos genere cierta incomodidad, insatisfacción, frustración o dolor en la relación sexual.
Muchos de estos problemas podremos tenerlos desde el momento en el que tengamos nuestra primera relación sexual, pero también, según nuestra ginecóloga Jéssica Gómez, puede adquirirse de forma más tardía con algunos desencadenantes puntuales de los cuales ya hablaremos.
Es importante tener claro que estas disfunciones sexuales siempre van a estar arraigadas a nuestra percepción y lo que para Nosotras pueda ser satisfactorio o placentero en el acto sexual.
Aunque para muchas sea claro, es normal que no todas las veces que tenemos sexo con nuestra pareja resulte como el sueño húmedo que tuvimos, sin embargo; cuando algo ocurre de manera repetitiva, es mejor asegurarnos de que efectivamente el famoso “no eres tú, soy yo” tenga partida en el juego sexual.
Como te mencionábamos al principio, las mujeres también enfrentamos algunos desafíos sexuales que merecen atención. Esto va desde el deseo sexual que despierta nuestra pareja, la excitación en el acto, si hay dolor o no en la relación sexual y si realmente la disfrutamos, porque -al fin y al cabo- somos las únicas que lo sabemos.
Así que si eres de las que acostumbra a normalizar el dolor durante el sexo o tu mejor aliado son los “orgasmos fingidos”, hagámosle caso al consejo de nuestra amiga que siempre nos dice: ¡¡date cuenta!!
¡¡Vamos al grano!! Según nuestra psicóloga, Maria Paulina López, cerca del 90% de los casos de disfunciones sexuales se deben a un tema psicológico. Sin embargo, hay otros factores que también pueden estar presentes y ser el motivo por el cual tener una relación placentera sea algo difícil de lograr para Nosotras. Así que, entre las causas más comunes que nos mencionan nuestras especialistas, encontramos las siguientes:
Medicamentos psiquiátricos, ya que éstos pueden hacer que nuestra líbido entre en apuros y tengamos poco deseo sexual.
La menopausia, que como lo explicamos alguna vez, puede producir sequedad, atrofia vaginal y esto, a corto plazo, hará que sintamos cierto rechazo hacia las relaciones sexuales. Peeero, ¡¡alto aquí!! La sexualidad no termina con la menopausia, es más, con un tratamiento adecuado puede ponerse mucho mejor.
Cansancio o estrés, pues las preocupaciones diarias como el trabajo, los problemas familiares e incluso la relación con nuestra propia pareja, también pueden causar cambios físicos y hormonales que terminarán en disfunciones sexuales.
Experiencias que en el pasado fueron traumáticas, como abusos sexuales, heridas de abandono o el déficit de atención que, en algunos casos, nos hacen sentir más inseguras frente a las relaciones.
Factores precipitantes, que nos hacen tener muchas expectativas frente a la intensidad del acto sexual, estar siempre dispuestas a pesar de que nuestro ciclo “no lo piense así”; o por el contrario, que nos genere ansiedad o miedo no lograr lo que mi pareja quiere, en un próximo encuentro.
Aquí también entran otros casos en los que una infidelidad puede afectar nuestro rendimiento sexual o el miedo de que ocurra un embarazo también, en muchos casos, nos precipita al acto sexual, etc.
Fibromialgia, migrañas y otras enfermedades que afectan en general nuestro estilo de vida, hacen que estemos menos dispuestas, física y psicológicamente, a tener una relación sexual.
Percepción de la autoimagen, el qué tan bien nos sentimos con nosotras mismas y cuánto amor propio tengamos, también puede incidir de manera positiva o negativa en el sexo.
Consumo de alcohol o sustancias psicoactivas, pues a largo plazo éstas sustancias pueden inhibir la producción de la hormona dopamina y bloquear algunas funciones sexuales.
Algunas infecciones vaginales y Enfermedades de Transmisión Sexual, también son causas de las disfunciones sexuales
Existen varios tipos de disfunciones sexuales que podemos clasificar de la siguiente manera, según nos lo explica nuestra ginecóloga de confianza, Jéssica Gómez:
Primarias: son las disfunciones sexuales que nos acompañan desde el inicio de nuestra vida sexual.
Secundarias: cuando en el pasado tuvimos relaciones sexuales placenteras pero a raíz de una situación puntual, como una infidelidad, surge una disfunción sexual.
Situacionales: aunque son recurrentes, no sucede en todos los encuentros sexuales. Puede cambiar dependiendo del momento, o incluso, de la pareja.
Generalizadas: hay sensación de dolor e incomodidad en cada ocasión.
A partir de esta clasificación, entonces se dan algunos trastornos que, como te explicábamos, pueden estar relacionados con el deseo, la excitación o el clímax, ¡¡no te preocupes!! todos estos son tratables y pueden desaparecer, en cualquier momento.
Es muy común en Nosotras, pues quienes ya hemos comenzado nuestra vida sexual, sabemos que no todas las veces tenemos ganas ¡¡y es completamente normal!! Incluso, en algunos casos, también puede estar ligado con la fase de nuestro ciclo menstrual o nuestros métodos anticonceptivos hormonales.
Según nuestras especialistas, este trastorno se da cuando hay una falta de interés en la relación sexual, es decir, cuando esa “chispa” no se despierta dentro de Nosotras; cuando ya no tienes esas mismas fantasías sexuales; o cuando notas que ya no eres quien toma la iniciativa.
Y, como todo lo que sucede afuera, también nos afecta adentro, es normal que esta condición se origine a raíz de situaciones externas.
Como su nombre lo indica, se da cuando no sentimos excitación o placer en la actividad sexual. Podemos tener dificultades para conseguir esa excitación y mantenerla, incluso cuando hay estímulos por parte de nuestra pareja o por Nosotras mismas.
Aunque te pueda parecer extraño ¡¡los trastornos del orgasmo son reales!! pero antes de precipitarte o angustiarte por no sentir un orgasmo, recuerda que en el sexo nada está escrito, y puedes disfrutar de una relación incluso sin tener que llegar al clímax.
Cuando hablamos de estos trastornos puede pasar que nos demoremos más tiempo en conseguir un orgasmo, que sintamos menos intensidad en ellos, que sea doloroso para nosotras, o que simplemente no los tengamos.
¡¡Tranquila!! Para nosotras también es un término nuevo. La disorgasmia es uno de estos trastornos orgásmicos femeninos en el que podemos llegar a sentir dolor o molestias después de haber alcanzado el clímax.
Según nuestra especialista, Maria Paulina López, este tipo de trastornos requieren inicialmente una evaluación ginecológica y un enfoque terapéutico para indagar por qué nos ocurre.
Las causas son diversas y también pueden incluir factores emocionales, psicológicos o físicos, entre ellos, enfermedades como la endometriosis, trastornos pélvicos, psicológicos o efectos secundarios de algunos medicamentos, pueden significar factores de riesgo para la disorgasmia y otras disfunciones sexuales.
Según la Esp. Jéssica Gómez, son trastornos en los que se experimentan molestias o dolor crónico cuando tenemos relaciones sexuales y, por ende, no es satisfactorio para nosotras. Puede sentirse como punzadas, espasmos, o rigidez, especialmente, en nuestra zona pélvica antes, durante o después del coito. Sigue leyendo y conoce cuáles son estos trastornos.
Se considera como un espasmo muscular involuntario persistente y se genera, principalmente, en la parte externa de nuestra vagina, por lo que va a impedir o dificultar la penetración, sintiéndose más dolorosa.
Esta, a diferencia del vaginismo, ocurre cuando ya hay una penetración y experimentamos un dolor intenso ya sea en los genitales externos, en la zona pélvica o cuando realizamos algunas posiciones.
Según nuestra especialista, una de las causas más comunes de este trastorno se debe a experiencias traumáticas en el pasado, sin embargo, también es importante descartar algunas condiciones de base como la endometriosis.
Si bien cada tratamiento dependerá de nuestros síntomas principales y del trastorno que estemos afrontando, las maneras más comunes de tratar las disfunciones sexuales femeninas se encuentran a través de la terapia del piso pélvico para ayudar a disminuir el dolor y hacer que nuestros encuentros sexuales tengan una mayor sensibilidad y por ende, los sintamos más placenteros.
Nuestra ginecóloga, Jéssica Gómez, recomienda usar lubricantes durante la relación, preferiblemente a base de agua, ya que estos no alteran nuestro pH vaginal. Además, la psicoterapia en todo el proceso ¡¡es clave!!, como también lo es el seguimiento de una experta en el tema; ya sea psicóloga, ginecóloga o sexóloga, según nuestras necesidades.
Maria Paulina López, nuestra psicóloga, hace especial énfasis en que todos estos procesos psicoterapéuticos, deben comenzar siendo individuales y, poco a poco, incluir a nuestra pareja en esa conversación.
Recuerda que, en algunos casos, hace parte de nuestra naturaleza como mujeres no sentir suficiente deseo sexual, sin embargo, reconocemos muy bien cuando algo está pasando con Nosotras y no tenemos el superpoder para controlarlo, como lo pueden llegar a ser las disfunciones sexuales.
Según explica nuestra ginecóloga Jéssica Gómez, para ser considerada como una disfunción sexual, deberán pasar al menos seis meses en los que notaremos estos cambios en el deseo y en la actividad sexual. Sin embargo, si sientes que es más recurrente de lo normal y que está comenzando a afectar cada vez más tu calidad de vida y tu relación en pareja, no necesariamente debas esperar todo este tiempo, consulta cuanto antes con el especialista y averigua las causas.
Estamos aquí para vivir este proceso contigo y decirte, una vez más, que cuentas con Nosotras.
Si te gustó este artículo o tienes más dudas sobre este tema, puedes dejarnos tu comentario o consultarlo con nuestra psicóloga online.
Déjanos tus comentarios